jueves, 23 de octubre de 2014

Trabajar en una residencia es algo realmente complejo. 

Como trabajo es terriblemente interesante, hay un grupo de población, compleja, frágil, que precisa de atención, cuidado y seguimiento. Por otro lado hay, un entorno bastante controlado, con una adherencia terapéutica i un control óptimo. Si lo miras así, para un médico de familia sería un contexto fantástico para desarrollar sus conocimientos. Parece un proyecto enriquecedor, sobretodo para aquellos raros que nos gustan hacer la atención domiciliaria. 

A la hora de la verdad, una residencia no deja de ser un negocio. En sanidad cuando hay ganancias para el empresario, en realidad es que no se están dedicando todos los recursos hacia las personas que en realidad lo precisan. 

Es curioso, que por más dispares que estén las residencias los conflictos parecen ser los mismos. Hay una diferencia conceptual, más que importante, sobre los objetivos y los criterios desde las partes implicadas. Mientras que por parte de la dirección de la residencia, lo que importa es tener las recetas hechas, las derivaciones sin resistencias y los pacientes tranquilos. Para el médico de la residencia el objetivo es que su población, su cupo, sus camas tengan la mejor calidad de vida. 

Así que una de las paradojas de las residencias, es que allí van las personas con el objetivo, de cuando las cosas se pongan complicadas, personas calificadas se encarguen de hacer aquellas cosas que suponen una carga familiar. Pero esa atención, requiere una dedicación, un tiempo y unos recursos.  Los cuales, conllevan un coste.

Por otro lado, las recetas, eternísima discusión. La solución de determinada clínica con medidas no farmacológicas a veces parece una blasfemia. Pero qué pasa realmente con las recetas en las residencias??? A veces pienso que entran en el mundo de los pares de calcetines desaparejados. Cómo puede ser posible, esos niveles de requerimiento farmacológico?¿?¿ Una compañera, con experiencia en residencias,le  habían llegado a pedir 5L de duphalac al mes para un solo paciente. Pero en el momento que discutes la adecuación terapéutica, es interpretado como algo personal, que en realidad no quieres hacer recetas, intentar hacer cambiar ese hilo argumental para mi ha resultado tarea inalcanzable. 

Otra cosa curiosa, es vender la salud ( lo que entienden algunos como salud) como producto. Así se vende y así se entiende. Además del "qui paga mana" ( quien paga manda), así que lo que en realidad es objetivo, para el trabajo en una residencia,  que los clientes estén contentos con el producto que están recibiendo. 

Lo que realmente más duele, es que en toda esta guerra, hay unas víctimas claras. Unas víctimas que han trabajado toda una vida, que por la biografía, han precisado de unas curas remuneradas, que están ellos o sus familias haciendo un esfuerzo económico enorme.

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