A veces, tengo la sensación que estamos en la caverna.
Platón describió en su alegoría de la caverna un espacio cavernoso, en el cual se encuentran un grupo de hombres, prisioneros desde su nacimiento por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de cercanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al exterior. Por el pasillo del muro circulan hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver. Estos hombres encadenados consideran como verdad las sombras de los objetos. Debido a las circunstancias de su prisión se hallan condenados a tomar únicamente por ciertas todas y cada una de las sombras proyectadas ya que no pueden conocer nada de lo que acontece a sus espaldas.
Hoy en una reunión, dónde estábamos médicos de familia de diferentes sitios de Catalunya, hemos compartido diferentes impresiones.
La sensación que hay está extendida.
Los profesionales tienen la sensación de opacidad de recibir información a cuenta gotas y sin poder decir nada al respeto. Esa información son esas sombras, que nos llegan desde fuera, simples proyecciones de luz. El objeto real dista de aquello que observamos, y de hecho, no sabemos ni de dónde viene el objeto reflejado.
También sienten impotencia para poder averiguar la macro-estructura que hay detrás. La impotencia viene a cargo de esas cadenas que nos impiden ver para atrás, ver aquello real de lo que sólo percibimos una sombra de un haz de luz en una pared contrapuesta.
Los grandes de la primaria, los que iniciaron la reforma, los que vieron pasar de un sistema de beneficiados a un sistema nacional de salud, viven esta época con asombro. Han pasado muchos años luchando para tener una salud longitudinal, universal y mirando por el paciente. Ahora miran cómo todas aquellas cosas que ya superaron y vencieron, vuelven como la ropa vintage.
Volvemos a tener asegurados, volvemos a externalizar los domicilios, ahora siempre con nombres distintos, que eso siempre viste más.
No sé cómo acabará esto, quizás dentro de 30 años, estamos los jóvenes de hoy advirtiendo de los cambios a los médicos del mañana. Yo no sé si mi generación, será capaz de vencer y luchar, cómo se hizo durante los 80. Sólo se que tengo ganas de romper cadenas.
"El que no se mueve no escucha el ruido de sus cadenas"