martes, 17 de septiembre de 2013

Etiquetas

Hace unos días estuve charlando con dos estudiantes de medicina. Son extraordinarios, esa manera de ver las cosas, carente de malos vicios, conlleva grandes reflexiones. 

Discutíamos sobre los diagnósticos, el arte de poner una etiqueta a un acto médico. Cuando uno es estudiante, tiene montones de apuntes inacabables y el paso más importante es que a partir de unas premisas, puedas poner una etiqueta. Pero, nadie les explica que hay vida más allá de una etiqueta. 

Diagnosticar, etiquetar, tiene un componente ansiolítico, uno deja de buscar el nombre a aquello que le ocurre. Hace que uno se sienta más común, porqué aquello que le hace sufrir tiene un nombre. Los nombres son importantes. 

La etiqueta aunque sacia, no alimenta. Una vez tenemos un nombre, ocasionalmente tenemos un tratamiento, aunque también hay veces que no. En caso que tengamos, puede ir bien o mal. Si va bien, puede ser que solucione o que no solucione la causa real de nuestra dolencia. Si va mal, entraremos en una espiral de búsqueda de una solución a nuestro nombre. 

Pero que hay a parte de todo esto. ¿ Cuales son las consecuencias de colgar una etiqueta? 
Evidentemente, las etiquetas son de gran ayuda, cuando nos encontramos ante un paciente que no conocemos, nos hace más fácil hacernos a la idea de quien es y qué necesita.  Sabemos parte de la historia de esa persona que tenemos enfrente y eso nos ayuda a ayudarlo mejor. 

Pero qué pasa con esas etiquetas que estigmatizan a los de delante? 
Tales como osteoporosis que conlleva a mayor riesgo de irradiación ante cualquier tipo de contusión. 
Ansiedad, que minimiza los síntomas del dolor torácico, epigastralgias y demás.
Fibromialgia que limita el diagnóstico diferencial del dolor. 
Demencia donde cualquier foco neurológico leve o alteración psicológica y de conducta se  tiende a atribuir al proceso de la enfermedad. 

Si, las etiquetas nos ayudan a buscar mejor las soluciones, pero también generan un estigma con ceguera selectiva para ver determinadas otras. 

No podemos menospreciar las consecuencias de etiquetar. Como no deberíamos menospreciar los efectos de prescribir. Pero a veces, parece que nuestro trabajo allí se acabe. Yo ya he puesto la insulina, el problema está controlado. Nada más lejos de la verdad!!!!!! No podemos entender eso como una meta, sino como inicio de un nuevo proceso. Un proceso que no enseñan en la facultad, ese proceso se enseña en la consulta.





"Triste época la nuestra, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio". Albert Einstein. 


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