lunes, 24 de junio de 2013

El cubismo de la atención primaria


Hace uno días, llegó a mi un libro maravilloso de lectura obligatoria a todo aquel que comparta conmigo esta pasión "Un hombre afortunado" de John Berger. No duró mucho sin que le hincara el diente, y poco pasó para acabarlo. Lo leía fervientemente, con la seguridad de que será para mi un libro de cabecera, de esos que me acompañaran en mi camino. Del libro saco, la esencia de lo que para mi es esta profesión.... el acompañar a una población a través del tiempo.

Me ha gustado especialmente el libro, por el momento local que estamos pasando los médicos de familia.  Se están creando montones de proyectos para mejorar la asistencia en la atención primaria, se ha creado la figura de gestora de casos ( para mejorar la comunicación entre primaria y hospitalaria), el programa de insuficiencia cardíaca, el programa del paciente crónico complejo, el PADES, la receta electrónica por parte del médico hospitalario, hay centros con un médico que sólo hace domicilios... Todos estos programas, se diseñan y se organizan, sin contextualizar los centros de atención primaria, sin tener en cuenta la opinión de los que allí trabajan ni la opinión de los pacientes.

La sensación que me despierta personalmente, es que el médico de familia, acabará siendo poco más que un programa de adulto sano. Donde el papel que desarrolle, no sea más allá que el que se realiza en los centros de la revisión física de las mutuas laborales ( hace poco pasé por una de esas revisiones, ya contaré mi experiencia en otro post).

Entonces me pregunto que me gustaría a mi, si fuera paciente:
1)Tener que ir cada semana a un especialista ( a 30 min de casa en el mejor de los casos), con cambios de tratamiento, abrir la puerta de mi casa a un extraño ( al que tendré que confiar que es el médico de domicilios del centro), explicar mil veces mi historia, los cambios del resto, atender al teléfono de personas que cuando duden ( ya sea por mis dificultades por comunicarme o cualquier otra razón) me recomiende ir a un médico de forma presencial...
2)Tener un médico que me ha visto en los últimos 15-20 años de mi vida, que conoce mi manera de hablar y de comunicarme, mi carácter no le sorprende, conoce mi familia, que está a 10 minutos de casa, que tiene visitas a 3-4 días vista, que está a un golpe de teléfono o que cuando llama a la puerta no le tenga que enseñar el trayecto hasta la habitación, que se haga responsable de toda la medicación y que sepa hasta donde podemos llegar.

Ignoro que es más eficiente para la macroeconomía y para la gestión. Pero me temo mucho que para cada paciente, sea mucho más seguro la segunda opción.

La sensación es que la medicina de familia, está siendo fragmentada o craquelada, como un cuadro cubista.  


El título del libro, ahora sería " Un hombre desafortunándose".

"Los ordenadores son inútiles, sólo dan que respuestas" Pablo Picasso.

domingo, 23 de junio de 2013

Una verdad tan incómoda....


Ayer tuvo lugar las XV jornadas de residentes de la CAMFIC.
En la conferencia inaugural participaron dos referentes de la atención primaria en Catalunya, Roser Marquet y Albert Planes. Ellos hicieron un repaso sobre la evolución de la atención primaria, desde sus inicios. Como residente, me resultó muy enriquecedor por mil razones. Primero por saber de dónde venimos, de allí por los cambios y las luchas que se han realizado, y por último cómo les gustaría que fueran sus médicos de familia. Una de las cosas que más les gustaría, es que su médico de familia, crea en su especialidad, la crea, la quiera y la defienda.

Cómo defender la especialidad??

Para defenderla podemos negar nuestros puntos débiles y remarcar nuestros puntos fuertes. La técnica del despistaje con resultados a corto plazo.  Es una opción bastante utilizada. La técnica de "¿Dónde está la pelotita?". Metemos la porquería debajo de la alfombra..... y ojos que no ven ( hostia que te pegas). El problema que me genera esa opción es que al final lo que está debajo de la alfombra, ocupa más que la propia alfombra.

Podemos gritar grandes frases de defensa de nuestra especialidad, buscando palabras magníficas que nos identifiquen y demás. Así destinamos toda nuestra energía en el continente y no en el contenido.

Para mi defender la especialidad, se defiende desde la humildad y la honestidad. Reconocer los puntos débiles de la especialidad y aprovecharnos de ellos para mejorar. Pero para eso, tenemos que bajar de ese pedestal donde vivimos. Poner cara y nombre de nuestros defectos es una verdad muy incómoda. Hace falta valentía. Esa valentía lleva a unas resistencias de los "habitantes" de los pedestales.  Poner el dedo en la llaga, aun siendo con la mejor de las intenciones, molesta a determinadas personas. Este es un camino difícil, es como jugar al póquer con todas las cartas destapadas y a pesar de ello querer ganar.

Esto en el contexto de la polémica de la semana, me parece que la honestidad y la humildad para reconocer que a veces recetamos fármacos sin evidencia, porqué primamos la relación médico paciente o porqué los médicos primero somos personas , me parece brillante, admirable, valiente e impresionante. Personalmente tengo conflictos de interés con Enrique Gavilán, es alguien a quien tengo profunda admiración. Algunos compañeros se preocupan por lo que piensan los pacientes de ellos o la idea que quedará en la población de todo ello... quizás esta semana se guardaran los bolígrafos de la industria y demás pichigüilis... Cómo se dijo, a ver si el médico de familia que nos atenderá en el futuro, si tiene conflictos de interés con la industria, que lo haga público y que figure en la declaración de la Renta.

En fin este es mi pequeño homenaje,  de apoyo a alguien a quien admiro.

miércoles, 12 de junio de 2013

contrariedades


Qué pasa cuando las opiniones de paciente y profesional son contrarias? Qué pasa cuando no llegamos a un pacto, a un consenso?

Hace unos días, una conocida, llamaremos Falopia,  me explicó que había ido a una revisión ginecológica, tras una citología, le recomendaron vacunarse del VPH. No voy a poner en duda esta vacuna, las recomendaciones fuera de indicación y demás cosas que se hacen. Hay gente, que ha revisado esto de forma muy seria y creo que yo no soy capaz de hacerlo mejor que ellos. 
El caso, es que Falopia, de formación sanitaria, decidió no vacunarse. Esto le generó muchas dudas y complicaciones. En primer lugar, Falopia sentía que estaba nadando contra corriente, con el resto de sus compañeros hospitalarios. Con lo que se sentía coaccionada, para poder compartir esas sensaciones. A parte, del miedo a ser etiquetada por los compañeros como anti-vacuna, cuando no estar de acuerdo con una vacuna, no quiere decir estar en contra del resto de ellas. 

Por otro lado, y el más importante, Falopia, decidió no ir al ginecólogo por miedo a que la riñeran por no haberse vacunado, incluso se planteó mentir y decir que si se había vacunado sólo para no ser reñida. Eso es maleficiencia. Si Falopia tiene miedo de la reacción de su médico, y por eso deja de ir, puede no beneficiarse de los controles para observar si aparecen lesiones, o puede que determinados síntomas no los comparta con su ginecólogo. Este médico deja de hacer su cometido. Quizás con eso influimos, a las estadísticas que hay alrededor de esta vacuna. 

Cierto es que cuando a un paciente le haces una recomendación y no la comparte, uno se siente contrariado. Es complejo entender, determinadas prioridades de las personas que nos rodean. Hay pacientes que prefieren las estatinas, antes que la dieta. Pacientes que minimizan los efectos secundarios de los fármacos o exploraciones complementarias y se centran en el beneficio por más marginal que sea. De la misma manera que la equidad es un valor que tiene todo el mundo, hasta que les afecta negativamente a ellos. Manejar estas situaciones es muy complejo. 

La sensación que me desprende esta situación, es que no somos conscientes realmente de ello, porqué estos pacientes desaparecen... depende de sus recursos, seguirán dentro de algún circuito, pero depende de sus recursos, caerán en la maleficiencia. Nuestro cometido no es juzgar las decisiones de las personas, esa es otra profesión ( muy interesante, también).

Creo que tras escuchar el relato de Falopia, me cuestiono, el seguimiento de estos pacientes con los que tenemos contrariedades. 

"Considera las contrariedades como un ejercicio" Séneca. 

A mi amiga Falopia ;-)