Hace algunos días vi un documental que se llama “las alas de la vida”, de un médico de familia con una visión humanista de nuestra profesión, afectado de una enfermedad neurodegenerativa. El mismo paciente relata la decadencia de su cuerpo, que no responde a sus órdenes, un fracaso diario de su sistema nervioso. Explica y muestra el proceso mental de la adaptación, del duelo a una calidad de vida, a un proyecto de vida, a un estilo de vida. La aceptación de lo etéreo que es esta pasión que tenemos y llamamos vida.
Cuando está haciendo el testamento de sus voluntades anticipadas, consciente de lo que está predisponiendo, entre lloros, habla de la fingida fortaleza en el proceso del despido...
Otro momento , admirando la costa gallega, en su silla de ruedas en lo alto de un monte. Consciente de que quizás esa sea la última vez que vea la costa. Lo compara a cuando damos nuestro último beso a un amor, que muchas veces no sabemos que ese ha sido el último.
El grupo de ética de la CAMFiC ha hecho un documento sobre cómo acompañar en el proceso de muerte.
A medida que voy avanzando por mi camino en la residencia, las preocupaciones me van sobrellevando y se van transformando. Inicialmente a lo que tenía más miedo, era a las guardias, a ver si viene un infartazo o alguna cosa mala a la que no supiera poner remedio. Progresivamente,las preocupaciones van modificándose, hay temporadas que son sobre diagnósticos, técnicas, fármacos, protocolos, interacciones medicamentosas….. la resolución de conflictos con los pacientes…. y de forma progresiva a medida que voy aprendiendo, creo que lo más complejo que existe es ser un buen humanista. Justamente esa es una asignatura que no nos enseñan....
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